Las palabras escritas no se temen, no tienen filo y no destruyen, no las mías al menos.
No existe un motivo puntual al escribirlas, no en estos días cuando lo puntual se lo dejo solo a las agujas del reloj.
Sí hablo de amor es porque evoco tiempos vividos o me imagino lo inimaginable.
Podría escribir sobre millones de crisis actuales, pero eso se lo dejo a los noticieros de la tarde.
No le tengo miedo a las palabras escritas, aunque ellas sean eternas y yo no tanto.
Tampoco huyo del ridículo, hace tiempo dejé de ver los dedos acusadores de aquellos definidores de verdades ajenas.
Me acusan de romántico, poeta, bohemio y no argumento defensa.
Porque eso soy y no le temo a las palabras escritas...
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