Entiendo que tu último amor te lastimó tanto que tus heridas todavía sangran. Entiendo que el miedo a veces manda, que la desconfianza pesa porque vos confiaste tanto en ese todo para después quedarte con nada. Lo entiendo, pero el amor no se puede resumir en ese último amor que te dejó así, dolida y vacía. Porque existen tantos amores como personas existen en este mundo y a vos te tocó un amor que no mereces, uno que no tiene la medida de ese amor que vos tenes para dar. Pero por ese amor jodido y desgraciado que te tocó no podes juzgar a todos los amores que aún no llegan porque vos estas guarecida ante esa posibilidad, porque tenés miedo de que todos amemos igual, pero no, no es así. No tengas miedo, tene cuidado, pero no te escondas, dejate ver porque sos única y tú amor vale la vida.
El colectivo transita por la empedrada avenida Perón, son apenas las nueve y diez de la mañana y el trafico así lo demuestra, Buenos Aires esta despierta, todo el mundo parece ir en la misma dirección, por esta vía que es de solo una mano y se parece más a un embudo gigante que a una calle. El vehículo va casi completo de pasajeros, muchos de ellos van de pie, tratando de tomarse de cualquier lado con tal de no terminar en el piso. En el último asiento individual viaja Eduardo, flaco, alto, pelo ni corto ni largo, ahí, en esa medida que lo deja en el umbral de lo social y lo antisocial, y lentes para combatir el astigmatismo que le dan cierto aire de intelectual. Con apenas veinte años y con más dudas que certezas, se ha decidido a buscar empleo y a estudiar de noche. No es fácil, él lo sabe, no solo porque sus padres se lo hacen saber todo el tiempo, sino porque con encender la televisión y sintonizar el canal de las noticias alcanza. Argentina vive de crisis en crisis, la hi
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