Acá en la ciudad de Tigre existe un paseo de compras muy conocido y elegido por miles de personas cada fin de semana, se trata del Puerto de Frutos donde se venden artesanías de todo tipo. Ayer domingo estuve recorriendo entre un mar de gente sus locales y como hacía mucho calor elegí un local de cerveza artesanal ubicado sobre la costa del río Luján, para refrescarme un poco. Pedí una cerveza y me senté en unos asientos que había en la barra, pero que extrañamente eran bajos, mientras que detrás mío en un parlante resonaban clásicos internacionales. A un par de pasos unos árboles rodeaban una pequeña fuente donde algunos chicos disfrutaban de su agua. No se de dónde apareció, pero en un segundo tenía parada frente a mí y mirándome a los ojos a una nena de cabello rubio algo ondulado. Estábamos a la misma altura porque como dije antes, el banco era bajito. Me dijo “hola” y puso sus dos manitos en mi cabeza y me acarició despacito para luego decirme “sos peladito” algo más que evidente para cualquier mortal, pero no para ella. Segundos después apareció su mamá, preocupada y afligida por la frescura de su hija “perdón, perdón, es que tiene una obsesión con los pelados, le encantan”. Creo que fue lo que más disfrute ayer, de esa frescura inocente de una niña que solo se permitió ser, sin tantos filtros ni prejuicios, ella simplemente se expresó y yo solo me quedé admirando lo simple y maravilloso de ese ser, que se alejó tan mágicamente como apareció.
El colectivo transita por la empedrada avenida Perón, son apenas las nueve y diez de la mañana y el trafico así lo demuestra, Buenos Aires esta despierta, todo el mundo parece ir en la misma dirección, por esta vía que es de solo una mano y se parece más a un embudo gigante que a una calle. El vehículo va casi completo de pasajeros, muchos de ellos van de pie, tratando de tomarse de cualquier lado con tal de no terminar en el piso. En el último asiento individual viaja Eduardo, flaco, alto, pelo ni corto ni largo, ahí, en esa medida que lo deja en el umbral de lo social y lo antisocial, y lentes para combatir el astigmatismo que le dan cierto aire de intelectual. Con apenas veinte años y con más dudas que certezas, se ha decidido a buscar empleo y a estudiar de noche. No es fácil, él lo sabe, no solo porque sus padres se lo hacen saber todo el tiempo, sino porque con encender la televisión y sintonizar el canal de las noticias alcanza. Argentina vive de crisis en crisis, la hi
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