Somos la generación de los separados, somos los que no entendieron que el sexo es una cosa y el amor otro asunto.Somos los que creemos en el amor y también somos los que dejaron de creer en él. Somos los que pensaron que la revolución de la inclusión consistía en cambiar un par de letras a las palabras, como si la expresión fuera la culpable de nuestra falta de aceptación. Somos los que estamos mas preocupados en lo que tenemos que responder, en lugar de estar atentos a las palabras de la otra persona. Somos los que pensamos que por Whatsapp se arregla todo, que el emoticon de un café tiene tanto valor como una taza caliente en tus manos y con la otra persona delante. Somos los que un día iniciamos el matriarcado para acabar con el patriarcado, como si los consensos no existieran.Somos los opinadores compulsivos, los señaladores automáticos. Somos los rápidos y furiosos, los intolerantes en el cemento, somos los violentos que luego nos transformamos en pacifistas. Somos los que pensamos en la ecología pero nunca la practicamos porque todavía hay tiempo. Somos un pañuelo verde o uno celeste, somos una grieta constante, somos los que estamos de un lado o del otro, pero casi nunca del mismo. Somos los que todos los días pedimos por una menos, pero todavía no entendemos que lo que tenemos que pedir es mas amor del bueno.
El colectivo transita por la empedrada avenida Perón, son apenas las nueve y diez de la mañana y el trafico así lo demuestra, Buenos Aires esta despierta, todo el mundo parece ir en la misma dirección, por esta vía que es de solo una mano y se parece más a un embudo gigante que a una calle. El vehículo va casi completo de pasajeros, muchos de ellos van de pie, tratando de tomarse de cualquier lado con tal de no terminar en el piso. En el último asiento individual viaja Eduardo, flaco, alto, pelo ni corto ni largo, ahí, en esa medida que lo deja en el umbral de lo social y lo antisocial, y lentes para combatir el astigmatismo que le dan cierto aire de intelectual. Con apenas veinte años y con más dudas que certezas, se ha decidido a buscar empleo y a estudiar de noche. No es fácil, él lo sabe, no solo porque sus padres se lo hacen saber todo el tiempo, sino porque con encender la televisión y sintonizar el canal de las noticias alcanza. Argentina vive de crisis en crisis, la hi
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