Te diría que los años te sientan bien, que tu belleza así lo dice, que tu mirada es el lugar perfecto para quedarse quien sabe hasta cuando.
Te diría que sos la mujer perfecta que siempre soñe, que nunca te lo dije ya lo sé y vos también lo sabes.
Te diría que me gustas desde un ayer que ya no recuerdo, te lo diría sí fuera un poco valiente o sí nada me importará, pero vos desde siempre me importas y por eso nunca te dije nada.
El colectivo transita por la empedrada avenida Perón, son apenas las nueve y diez de la mañana y el trafico así lo demuestra, Buenos Aires esta despierta, todo el mundo parece ir en la misma dirección, por esta vía que es de solo una mano y se parece más a un embudo gigante que a una calle. El vehículo va casi completo de pasajeros, muchos de ellos van de pie, tratando de tomarse de cualquier lado con tal de no terminar en el piso. En el último asiento individual viaja Eduardo, flaco, alto, pelo ni corto ni largo, ahí, en esa medida que lo deja en el umbral de lo social y lo antisocial, y lentes para combatir el astigmatismo que le dan cierto aire de intelectual. Con apenas veinte años y con más dudas que certezas, se ha decidido a buscar empleo y a estudiar de noche. No es fácil, él lo sabe, no solo porque sus padres se lo hacen saber todo el tiempo, sino porque con encender la televisión y sintonizar el canal de las noticias alcanza. Argentina vive de crisis en crisis, la hi
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